Nacho Rey

LÁGRIMAS CALLADAS

¡Callad! ¡Callad! ¡No volved

oh lágrimas inmundas y perezosas!

Mas, todavía quiero, antes que a vuestra merced,

lo inconmensurable de las diosas

 

 del amor y no en pos vuestra desgracia.

¡Oh, lágrimas hermanas de la tristeza!:

salid de mí (pues no hacéis gracia)

e iros al averno sin más pereza.

 

 También existen lágrimas de alegría,

bien es cierto, que a éstas bien las quiero

y pocas veces las tengo de noche o de día,

pero son bienvenidas, pues son un bien placentero.

 

 Lágrimas de cocodrilo: ¡embustera!,

¡callad! ¡callad!. No quiero vuestro pecho,

¡no, no!, alejaos y arded en la bandera

putrefacta que yo mismo os he hecho.

 

 Lágrimas calladas que no paran  de opinar;

necesarias por naturaleza y de por vida.

¡Callad! ¡Hablad! Sabed notar,

que jamás se callarán o hablarán sin despedida.