Testigos de las letras y anhelos peregrinos
afirman mil razones de ilusas contingencias,
si acaso en la locura se pierde en los abismos
suspiros ambulantes de paz o de tormenta.
Fue el roce de tus manos remanso de nobleza
más que un virtual abrazo sellando nuestro idilio,
hubo pasión de almas, miradas confidentes
y el más ardiente beso de egregio regocijo.
Testigo fue la tarde de flores y poemas,
la calidez del verso vagando tiernamente
y en la ilusa almenaras tus ojos como estrellas
llegando a lo profundo de arúspices placeres.
Sublime aquella cita de sueños evidentes,
de aromas tan sensuales, augurios y quimeras,
no fue un simple mensaje ni el sórdido espejismo
quien detonó la chispa vital en nuestra entrega.
Testigo fue el ambiente de amor y melodía,
recinto inolvidable sin trabas ni fronteras
y el cándido agasajo fluyendo sin mentiras
cual cénit del lirismo vital que no encadena.
Fue un canto de esperanza tu adagio de poeta
cuando al caer la tarde besamos nuestra lira,
emprendimos senderos de amantes hasta siempre
y a pesar de los años yo siento que me inspiras.
Aimée Granado Oreña ©
Gota de Rocío Azul
(Derechos de Autor)