¡Bendito Dios, me tocará
aguantarme esta melancolía…
Vengo cargando esta soledad
y es muy pesada para mis hombros,
de mis lágrimas, la sal,
quemaron mi retina…
ya no veo la luz,
sólo una nube sombría
que se posa sobre mí
y me acompaña en mi deambular.
¡Cómo he de hacer
para que mis palabras te lleguen!
Se rompe mi voz cuando te llamo
y van cayendo heridas las palabras.
Estás lejos… Si…lo sé…
¡Pero que amarga es esta lejanía!
Las horas no avanzan
y los días parecen estáticos,
se me hace eterna la espera…
Quizás no logre verte en primavera…
Llegará el otoño con sus hojas secas
y así de reseca estará también mi alma,
sin un oasis, para calmar
la sed, que de seguro me habrá de fatigar.
Siento que mi fé se quebranta,
mi espíritu se marchita,
como esas flores mustias...
que el viento lanza,
al pozo de mis angustias.
Felina