Alberto Escobar

Campo de plumas

 

A batallas de amor campo de pluma.

 

 

 

 

 


Esa batalla incruenta que se sabe
cierta en la derrota.
Sus albores destellan hasta cegar
y nos hacen soñar...

Cuando la noche se anuncia en
las alturas con el véspero azul
las estrellas, que van surcando
el éter en caída libre, se hacen
de la densidad del rocío para
encender la ciudad adormecida.
Después se evaporan como un
globo de helio incomprendido.

Las huestes del sátrapa muslín
galopan sedientas contra el cemento
de la muralla, aprestemos los baldes
de aceite hirviendo por si la estopa
ardiente no basta al asalto.

Se vislumbra en lontananza un otoño
de sumisión y destierro.
Nuestras bocas van enmudeciendo.
Ya descabalgan los sarracenos para
encaramar la breve barbacana que
corona el puente levadizo.

Te pido Jesucristo - yo, tu humilde
servidor - que niegues que me
arrebaten este acorazado corazón, 
que se esconde temeroso,
porque entre sus manos, envolviendo
el puño de sus alfanjes, llevan el amor
como divisa.

Ya escucho su algarabía de sangre...