Walter Trujillo Moreno

MURO  DE SANGRE ANTES, AHORA Y DESPUÉS

 

Un muro es siempre una humillación al alma y a la razón,
Un muro te corta la continuidad del paisaje,
las formas y las posibilidades.
Un muro es sangre, lágrimas, dolor, pérdida,
 frustración y destinos disueltos.
Un muro nunca deja de existir,
crece en la memoria colectiva,
se implanta en las entrañas
.

Sin el muro existiría ahora......!

 

Para escribir este poema necesito un héroe ficticio, alguien dispuesto abrir sus alas,
antes de clavarse en su cuerpo las púas de la alambrada, o las balas rompan su corazón,
esperanzas o quizá interrumpan una vida nueva.

Crearé un ángel, un hombre sediento de libertad, una persona desesperada por su suerte,
un ser cansado de su realidad, Karma y destino y armado de sí mismo.

 

Nací libre, aprendí a saltar, correr;
cuando empecé a volar,
caía una y otra vez sobre la arena,
las flores, las piedras y las hojas secas.

Me enseñaron, todo era posible,
sólo debía cerrar los ojos y desearlo con fuerza,
me enseñaron amar al prójimo más que a mí mismo,
me enseñaron a respetar el amor, la amistad, la humanidad
me enseñaron a querer la vida y su filosofía
me enseñaron a entender los símbolos y el lenguaje perdido,
me enseñaron a ser libre y libre eran mis pensamientos.

Crecí, me interese por el mundo,
su gente, sus vidas,
sus penas, sus ideales,
sus deseos, sus necesidades.
Crecía con la virtud de entender al hombre y sus defectos,
ayudaba al desprotegido,
al olvidado y al hijo de nadie.

Vivía con mucha dedicación,
euforia, ganas, fe y alegría,
el mundo se inclinaba a mis pies,
la gente gozaba mis acciones,

Al pensar en mi propia familia,
mi propio destino, mis propios deseos,
fue cuando percibí,
frente a mi casa se elevaba un muro gigante,
no me permitía ver el horizonte,
lo empecé a recorrer,
no tenía ni puertas ni ventanas,
me sentí triste, lleno de preguntas.

En las noches sucesivas no puede dormir,
ni la sensación de hambre llegaba a mi cuerpo,
me costaba aceptar mi realidad actual,
me costaba aceptar que estaba preso,
preso sin razón, sin haber faltado a nadie,
sin haber quebrantado leyes o reglas.

Me pasaba días y noches enteras,
pensado como atravesar ese muro invencible,
ese muro maldito, ese muro alto y ancho,
ese muro irritante, tedioso, sin color, gris y húmedo.
El muro ocupaba el 90 % de mis pensamientos,
el 80 % de mis actuaciones.
Me daban ganas de escribir sobre el muro,
palabras de amor, odio, guerra, frustración,
impotencia y descontento.
Nunca me atreví hacerlo,
me decía; quizá terminaré dentro o detrás de él,
para siempre encerrado,
para siempre fuera de todo,
para siempre olvidado y relegado.

El muro sentaba raíces en mi alma y corazón,
debía seguir existiendo o sobreviviendo,
una situación insoportable e indigna.
Qué hacer…
Construir una escalera que llegare hasta el cielo,
un pozo que llegare hasta el centro de la tierra,
unas alas que me volviesen invisible,
una llave que abriere, puertas, muros y hasta corazones.

Todo fue fallido, se acumulaba mi tristeza, descontento,
empecé a morir por dentro,
a perder uno a uno mis deseos,
mis ilusiones se desvanecían,
mi amor a la humanidad se volvía negro,
vacío y sin sentido.

Una noche oscura, fría e indiferente,
sin pensar ni meditar,
intente cruzar las púas irritantes,
de un espacio sin muro,
cerré los ojos y corrí como un loco apasionado por la libertad,
como una ave perdida en el invierno,
como un cometa con ansias de atravesar de un suspiro el universo entero;
Grite, nadie me podrá detener,
nada pasará.
En un instante todo será igual que ayer,
todo sería más claro y transparente.
Al abrir mis ojos sería otro,
sería libre, sería la libertad.

Creí ser un Dios moribundo,
podría detener el tiempo,
las intenciones, las ordenes
pararía  las balas de acero que dañaban,
destruían mi cuerpo, mi alma y mi espíritu.
 
Corría sin rumbo,
sentí sobre mi cuerpo el deslice lento,
de algo espeso y turbio,
algo más pesado que el agua y el sudor,
un rojo intenso y sin olor.
Sentía miedo;
mis dudas caían sobre mí como una cascada de hierro ardiente.
Mi cuerpo está cubierto de cadenas rojizas,
moría para siempre,
mi pasado se hundía en mis ojos húmedos
se hundía mi ilusión de ser libre.

El escalofrío me invadía,
un dolor indescriptible nacía de mis entrañas y cerebro,
estaba paralizado,
no podía moverme más.
Mi respiración era lenta,
mis pensamientos desordenados,
mis pasos bruscos e inseguros.
Empecé a volar en mi pensamiento.
Algo me decía: tu corazón esta punto de romperse,
tu pecho ha sido atravesado,
la muerte material se acerca,
tus sueños de libertad quedaron incrustados en el metal,
tu ansiedad de ser libre se ha convertido en tu tumba,
tú ya no existes más,
tú no eres más de este mundo,
tú ahora eres luz,
guerrero del silencio,
colibrí tierno,
ángel de la libertad.
Eres el Dios de la esperanza y tenacidad,
eres un hombre cubierto de recuerdos hermosos,
bañado en eternidad no deseada.

El ángel de la libertad,
quiso conquistar continentes nuevos,
coronar las cordilleras,
dialogar con la mar,
dormir en las noches calientes bajo las estrellas titilantes,
danzar con el Chamán del fin del mundo,
captar los colores y el brillo del colibrí.

 

Todo murió en una noche,
Todo murió en un intento de vuelo frustrado.

 

Este poema está dedicada al cantante español Nino Bravo, y a su canción “Libre”
que me inspiró a escribir este poema lleno de libertad, esperanza e ira.

 

Por Walter Trujillo Moreno, Septiembre 2018.


 „LIBRE“ DE NINO BRAVO


Tiene casi veinte años y ya está
cansado de soñar,
pero tras la cementera está su hogar,
su mundo, su ciudad.
Piensa que la alambrada sólo es
un trozo de metal,
algo que nunca puede detener
sus ansias de volar.

Libre,
como el sol cuando amanece,
yo soy libre como el mar...
...como el ave que escapó de su prisión
y puede, al fin, volar...
...como el viento que recoge mi lamento
y mi pesar,
camino sin cesar
detrás de la verdad
y sabré lo que es al fin, la libertad.

Con su amor por montera se marchó
cantando una canción,
marchaba tan feliz que escuchó
la voz que le llamó,
y tendido en el suelo se quedó
sonriendo y sin hablar,
sobre su pecho flores carmesí,
brotaban sin cesar...

Libre,
como el sol cuando amanece,
yo soy libre como el mar...
...como el ave que escapó de su prisión
y puede, al fin, volar...
...como el viento que recoge mi lamento
y mi pesar,
camino sin cesar
detrás de la verdad
y sabré lo que es al fin, la libertad.

 

 

Songwriter: Marcello Luiz Azevedo / F. Estefano Salgado