Para espantar las añoranzas,
escribo mientras no vienes
a éste rinconcito nuestro,
sentado en medio del recuerdo.
El silencio corta con su frío,
como si me odiara.
Todo es tuyo en el aire,
donde espera y realidad
se conjugan para nombrarte,
y los más íntimos deseos,
prolongan su sombra
a través de las ventanas.
Escribo mientras tu voz inmóvil
deshereda mis oídos,
y tus ojos no llegan
para animar mis dedos.
Tal vez te suceda lo mismo,
y me sueñas y me hablas
mientras pasan las horas,
en medio de ésta cena
insípida que es la ausencia.
Para desinfectala,
escribiré estos trozos de retratos,
y poco a poco,
irá amaneciendo
donde duerme tu sonrisa,
trayendo tu compañía
a darme luz en la mañana.
Eduardo A. Bello Martínez
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