El avance de la vida tiene aristas,
que nos pueden desviar por un momento;
y aunque escollos del camino nos distraigan,
el amor nos renueva el pensamiento.
La mentira del “yo debo”, nos supera,
la cordura del “yo puedo”, nos engaña
y la vida nos castiga con tal saña,
que, a veces, no creemos que pudiera.
El grito inexorable de alegría,
trunca el futuro y el pasado excita.
Tal vez, fue al verlo a los ojos,
que entendiste la verdad como infinita.
Aunque siempre tuviste que esconderle
la tristeza que en tu corazón había…
Fue solemne y perfecta la justicia...
La perfecta coincidencia de aquel día.
Y bastó la mirada en un momento,
para socavar cien años de alegría;
El niño que traías de la mano,
compensaba las pasiones reprimidas.
El brillo de tus ojos fue insolente...
El beso en la mejilla ruboriza...
El hecho de ser única en mi mundo...
El brillo que el poeta no sabía...
El castillo que el poeta no había visto...
El lápiz que el poeta no tenía...
La palabra que el poeta no había dicho...
El verde de tus ojos es la vida.