Se dan los fuegos cruzados entre naciones que antes estaban unidas, sin importar porque, sin razones ni repuestas, la guerra se inserta en sus corazones inciertos, sus mares y tierras se tiñen de un mismo color, los caídos se convierten en héroes de la tristeza y los sobrevivientes se mueren en vida, ni tanta agonía llena los llantos de los que nada tuvieron que ver, y aun así lo perdieron todo, una vez que acaba al fin se saborea el triste sabor a libertad, libertad que creyeron perder algún día, pero solo debían hablar sin ser necesario disparar.
Y el tiempo se volvió historia, los mares se quitaron el tinte rojo de aquellos trágicos días, la tierra ahora luce un verde esperanza y cuenta que en sus raíces yacen los cuerpos abandonados en eterna desolación, niños y niñas juegan sin importar su etnia, le intentan enseñar que del dolor se aprende, que del sufrimiento se crece, que la guerra no es buena para nadie , que empobrece al perdedor y que endeuda al ganador, ni mejores ni peores , pero aun así el odio siempre existió como tristemente las guerras existen hoy, dejándonos una enseñanza vacía, evidenciando que nada aprendimos de lo vivido hasta hoy.
Leandro Conte.