Santiago Miranda

Al borde del cañón

 

No hay ninguna salvación - C. Briceño

No hubo seguridad en está línea estable
O ley, no hay otro motivo que entregarse
Desarmado tan puro como ayer tanto al mal
Cómo al bien, ambos perennes; intratables

Oh cual placer, dejar ser al otro, no más hacerse
¿Qué importa ahora en este estado libertario?
Amar a cualquiera; en cualquier momento, por cualquier parte
Cualquiera siempre es y ha sido, siempre, la única manera posible

Antes de la nada preferimos el vértigo de un vacío pleno
Antes que negarnos el placer, preferimos caer, al fondo
De nosotros mismos, donde únicamente el otro es ubicado

Ah incorregibles, hijos de la voluntad y el azar
Nos jugamos la muerte, en cada salto injustificado
Curiosos del efecto a causar, hermosos, estos cuerpos jamás transados