El hombre preguntó en su lengua:
–¿Qué venderán ahí?
–Una mujer – le contestó su hijo
con toda naturalidad.
Gabriel García Márquez
Son incontables las maneras
como puede iniciarse una pequeña casa
para el negocio de la prostitución.
Más que los adelantos de la técnica
lo que importa es el toque personal,
la decoración que identifique
y una buena atención para los clientes.
Si se desea
puede adaptarse un juego de luces multicolores
que se filtre a través de los cristales
e ilumine con gracia el vestíbulo interior,
donde empieza su ascenso hacia los dormitorios,
casi siempre, una escalera cómplice.
Son importantes también
jarrones con hierbas aromáticas
para crear un ambiente cálido y tranquilo.
El salón principal debe ser el mejor decorado,
ya que allí palpita el corazón de la casa.
Que no falten los espejos
en paredes y techos de las habitaciones.
Y dado que la cama es el sitio de los acontecimientos,
debe ser amplia, cómoda y mullida,
con accesorios que permitan realizar
las diferentes hazañas de los contrincantes.
Toda casa que se respete, por sencilla que sea,
debe tener una habitación especial
para socios de primerísima importancia
dispuestos a pagar una tarifa superior.
Los tonos de la decoración pueden variar
desde el púrpura hasta el blanco,
y ha de mantenerse cerrada,
abriéndola sólo cuando la ocasión lo exija.
Lo anterior es apenas una idea
para empezar esa modesta casa de citas
que será variada y complementada
según las posibilidades y gustos de la propietaria.
Por lo demás, sólo me resta desearle suerte
a quien se lance con amor y fe
por el antiguo y siempre joven sendero de la putería.