No le temo a la muerte, quizá un poco al olvido de quien no he logrado olvidar. No le Temo al frío de las noches a solas, tengo whisky y libros para aplacarlo, más si le tengo pavor a un no de tus ojos negros, a no volver al universo de tus labios, a perderme en un puñado de Cenizas y poemas hechos arrugadas bolitas.