Mallez

Arriba

 

 

Arriba. Arriba. Más arriba. Más allá del cielo donde habitan incontables las estrellas, los astros.

 

Allá donde no se mira, donde todo es secreto, donde todo es inmarcesible, insondable y lejano.

 

Allá donde cultivas tu fe igual inquebrantable e infinita

después que inmortal del polvo te levantas.

 

Allá en cuyo espacio sideral tus buenos deseos germinan como respuesta solícita de tu oración cotidiana.

 

Donde valen la pena los buenos actos y cada esfuerzo, para unos grandes, desapercibidos o pequeños,

pero siempre con fuerza volitiva, desinteresada, que más compensa que al sediento el vaso de agua.

 

Allá, a cuya esperanza a todos se invita y se llama al más apacible de los sueños y de los descansos.

 

Allá, donde no terminan la alegría ni la paz se agota: Recompensa a quien pone toda su fe y empeño.

 

Allá es donde quiero que alcances tu gloria: la razón por la que vives, por la que existes.

 

Allá, más arriba, allá en el cielo. 

Allá … allá te espero.