alupego (Ángel L. Pérez)

SOBREVUELA EL PENSAMIENTO

 

Siembra la idea el pensador.
Que al germinar en su lecho.
Se eleva como una pluma,
zarandeada por el viento.
Busca incasable el lugar,
donde madurar sin freno.
Y sobrevuela las mentes,
ávidas de conocimiento.

Una lluvia cristalina,
empapa los campos yertos.
Inundando secarrales,
para despertar cerebros.
Hidrata las horas secas,
como vacíos sin cuerpo.
Y gota a gota traspasa,
los más oscuros secretos.

La sangre riega las células,
de los más nefastos cuerpos.
Alimenta las neuronas,
que mueven el esqueleto.
Se derrama cuando pierde,
el sostén de su concepto.
Y lentamente se espesa,
cuando el dolor es el dueño.

Guirnaldas de pensamiento.
Que vistosas embellecen,
los atrevidos conceptos.
Engalanadas ideas,
disfrazadas en el tiempo.
Cuando brillan y deslumbran,
al distraído viajero.
Piñatas de sensaciones,
con caramelos por dentro.

Siembra la idea el pensador.
Traspasando las fronteras,
del sutil conocimiento.
Viajando sobre los hechos,
de los pródigos ancestros.
Bailarinas generosas.
Que sin descanso danzando,
enriquecen las miradas,
de los ojos en su encierro.

Nuevas ventanas se abren.
Viejas puertas se condenan.
Nuevos surcos van dejando,
cada eslabón que se crea.
Viejos cimientos se quiebran.
Como un martillo pilón,
que sin descanso golpea.
Y nuevos ojos se abren,
con una mirada nueva.

Hermosos los manantiales,
de cristalinas ideas.
Que van mojando el paisaje,
de los mundos que se encuentran.
A.L.
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