Samotracia será más
que un buen principio del final de mi verano:
Risas, complicidad,
haber llorado contigo
y haber aborrecido que se acabe otro día;
mirar el mar y lavarme las manos
de pegajosa pena que el agua no se lleva.
Querer levantar las piernas
y arrastrar cadenas de lastre
y no poder andar.
Verano, mar, tu risa, sal, las manos que no dejan de llorar.
Saber que Poseidón ha empezado a soplar
y que empuja las naves al invierno de Troya;
interpretar los signos de este incendiado ocaso
que rezuma belleza y se aleja, brillando.