Cuanta miseria que lleva a la muerte
En cámara lenta hay en las pensiones,
Se agotan las fuerzas,
Se extinguen las pasiones
Reina la ira sin justificaciones.
El polvo nos cubre
Hasta olvidar nuestros verdaderos rostros,
Detrás de este monstruo que finge ser refugio
Para escondernos del lobo en su propia cueva.
Hay un deterioro en nuestros corazones
Después de tanto tiempo
De habitar en pensiones.
Los días grises, agatizados
En este antro son repeticiones.
Pasan los ciclos, los sueños y los soles
Mientras algo escarba oculto
Entre los rincones,
Un antropomorfo insecto nos visitaba
Todas las noches la dicha succionaba
Para así levantar los muros
De lo que debería estar en ruinas
Para hacer más larga la pena
Y más corta la vida.
Ay que aire a vulgaridad hay en las pensiones
Se llenan las fosas de horribles olores
Y la audición percudida
De tantos gritos y calumnias
Dejándome aturdida
Que intentan tapar el suave poema
Que deseo recitar,
Es que me niego a mi alma dar
Para perdurar en este lugar
Mas estoy dividida:
Mi esperanza está allí afuera
Entregando amores,
Tan lejana de las pensiones
Y sus perdiciones.
Pero mis pies de ancla
Buscando anidar aunque aquí no pueda
Llamarse hogar
Y cuando el esquema se rompa
Los muros caigan de añejos
Me encontrarán entre los restos
De las pensiones
Y sus maldiciones.
JULIETA IALLORENZI
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