Quien no se expresa con claridad,
utilizando en cada momento la palabra exacta,
corre el peligro de ser mal interpretado.
No pienses que soy vulgar.
¿Cómo podría serlo contigo?
Pero si empleo otra palabra
la petición que te hago pierde fuerza
y no alcanza a expresarte mi deseo.
Quiero besarte. Poner mi lengua allá
donde eres más cálida y acogedora.
Aunque no es exactamente allá
sino un poco más atrás,
donde guardas oferente, como un cáliz,
el primoroso anillito de tu culo.