Presiento que los pétalos de ti se expanden como campos de flores ante los amaneceres cálidos de infinitos besos íntimos, llevándome a un abanico de ideas prohibidas, donde tienden nuestros gemidos a acompasarse.
Me enamora perderme en la tierra del fuego, danzando por tu mapa triangular de terciopelo de oscuros secretos, donde se encuentra el tesoro de tus dulces venenos, gruta de las maravillas de brebajes por descubrir.
Como viajero intrépido me apetece explorar cada parte de tus colinas geométricas como jardín de las delicias, descubriendo literalmente ese lugar de culto donde convergen las lineas paralelas de tus piernas.
Me identifican esos corazones que son locos, que hacen hervir la sangre, saben amar con ojos risueños, con las manos, el alma, la piel, llenando la vida de respiraciones entrecortadas, entre orgasmos a tiempo indefinido.
Me gusta ser un hombre honesto, sencillo e interesante, cuya esencia es amarte, ofreciéndote mis besos sin darte explicaciones de aquellas cosas que pueden hacer con los tuyos, como cosechar caricias en tu cuerpo, recoger los gemidos de tu boca y dejar huellas en tu mente.
Creo ser de aquellas almas que se buscan, se besan, se desnudan, se descubren, se solapan, se enloquecen, se funden, se incendian, se nutren, se compaginan, se apetecen, se iluminan, se reviven y se aman con la tuya.
Si conectamos sucumbiéremos a un festín de fuegos artificiales del cuerpo, cuando nuestros dedos toquen el cielo...
En limite del infierno, al borde del paraíso.
Jordi Etresi
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