Solitario en la vereda,
Ya cansado del camino,
Al final de mi destino,
Veo que nada nos queda;
Espero, Dios me conceda
Ese don casi divino
De soportar el espino
De ver cómo se depreda;
Basta ya de destrucción,
Basta de tanta inconsciencia
De cruel contaminación;
Rescatemos nuestra esencia,
Recobremos la razón
De luminosa conciencia…