Palabras.
Los días amanecen con agujeros,
pequeños huecos desnudos
vacios de sabores;
los ordeno de menor a menor,
tapándoles con lo primero
que me encuentro,
una cuchara,
una taza de café,
una sonrisa tuya,
una mirada,
algún deseo que ande
suelto por la casa;
mientras,
voy despertando las palabras
para recibirte,
les sacudo los bordes
y les cuelgo unos trocitos de sol,
esos cuchillitos dorados
que van abriendo la mañana;
también las perfumo
con los olores tuyos,
que se conservan bien
en el bolsillo izquierdo
de la camisa azul,
luego les aliso las alas,
y las lanzo al aire;
revolotean un poco
orientando sus minúsculas figuras,
y se disparan a buscarte,
para en mi nombre,
regalarte todas las bienvenidas
que quepan en tus labios.
Eduardo A. Bello Martínez
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