Hoy la ví,
se veía tan elegante,
hermosa, mas no reía...
si no ajena;
cuan si la persiguieran los relámpagos de la noche;
se escondía de la soledad sin melodías,
triste se sentía aquellas aves;
como moría yo verlas en el grande bosque
posando de un ramal de un amanecer.
Que trinar.
Me enamoro, es más...
como el inmenso mar,
me habla la brizna de las olas.
Viven cuando juguetean
...¿ quien llegue primero?
Miro al cielo, las avecillas ya no cantan.
Mueren lentamente los ecos coloridos,
Y ella absorto entre nubes
divagaba en sigilo como si quisiera dormir,
se hallaba entre el frío y el calor,
chasqueando a la tristeza y al flaquéo de morir,
despertando en suspiros;
que la hacia encaminar en cada instante...
todo el tiempo;
como si fuese a expirar el ultimo aliento.
Ahora la vida dio la vuelta mirando de reojo,
dejando tiniebla, confunción y sin sabor,
de nuevo despertó...
siguío la intención del Omnipotente;
sin dejar de persistir de la fe y la esperanza
que llevó delante de si.
Y ...si mueres...
Vuelvo a vivir, como si durmiera de día;
y siento que no pudiese despertar del mañana
Y todo quedaría allí?
Muere la belleza de la vida,
hay de mi si yo muriese ahora.
abro mis ojos....otra vez, la vida mía continua diciéndome
...no renuncio a lo que más amo, a ti mi Dios.
Autor: Gladys María Henao Cortez.