Te encontré en la cama
confundiéndote
con todo lo que hay entre la medianoche,
cortejándome, una vez y otra vez,
igual que a la muchacha
antigua… antigua…
del almanaque bermejo del olvido.
Y te acercas inesperadamente:
fiera enceguecida por el amor,
sobre las sabanas-sábanas del ayer.
Vestido sólo por penumbras,
vas rodeando sabiamente
toda mi espalda de quimeras,
inesperado, como la madrugada.
¡Ah mis pezones inhiestos ante tu aullido,
grito tras grito de lunas,
animales certeros de la alborada!
Relincho de estrellas
que desea enfrentarse a la noche,
para reinventar de nuevo toda la noche.