Rojos los geranios,
rojos los pétalos,
rojos ciertos labios.
Pedestal para tu voz como rocío que deleitó mi amanecer tardío.
Oh, cuando reías.
Te deseaba con infamia de extinguir el hastío de mi casa, mi amada.
Te amaba en las horas bajas de mi pasión sedentaria.
La tonalidad trigueña de tu tez,
comisura de tentación, tu boca
la acera fue pináculo que concentró mis deseos por tus caderas,
eran horas bajas de mi amor sedentario.
Amante sería el término correcto
pero amante sería el término incorrecto (es tema profundo)
te deseaba, y lo reitero: eran horas bajas
No me importó tu indecisión de chiquilla
No me importó olvidar.
La copa de tu cuerpo empapado
tu espalda con tinta negra y roja
y tu sexo cerca, fuego, sustancia, intensidad constante,
estruendos a lo lejos (eso parece ahora).
El verde del mar sospechoso en la ventana de una habitación
tu cuerpo vital como antídoto de un aciago amor sedentario.
Ha un año
hoy son horas altas de mi amor sedentario,
nunca confesaría tal historia,
Tal vez es un recuerdo nuboso (y falso).
Un micro engaño íntimo,
olvido el aguijón erótico.