He guardado tu foto para luego,
para cuando esté sentado
en medio de las gotas de cansancio
y las ganas de respirar algo bonito.
Me regalaré cada milimetro
del color que te empapa,
bajando desde la frente,
pasito a pasito,
sobre tus cejas altas y seguras,
enjuagando la ansidead
en la amplitud cristalina
hospedada en tus ojos,
e ire alcanzando el borde
sinuoso apresado en los labios,
delineados sin furia ni codicia,
con suavidad y ritmo.
Buscaré dentro del rojo,
la ruta de besos que han viajado
asidos al naufragio,
donde tu boca nace,
en desafio abierto a la caducidad
de la impaciencia.
Respiraré disfrutando las pausas
entre plano y plano que camine,
evitando despeñarme al sur
de tu cuello, allá donde las curvas
bordean la fontera del poniente,
en la ruta donde sube la marea
y el resplandor del horizonte
es una integradora llama.
Eduardo A. Bello Martínez
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