La gente cantaba ,
viajando lleguè a un pueblo , donde las
personas , eran tan amables y buenos
anfitriones .
Gozaban la costumbre de cantar , desde
la salida del sol , al cual recibìan con
cantos de agradecimiento , y entonaban
palabras de esperanza por el dìa a vivir .
Era tan firme su esperanza y fè , que en
su pueblo abundaba el alimento , el cual
compartìan con los viajeros , y yo
emocionado participè y agradecìa su
amplia generosidad .
A cambio yo , les ayudaba en algunas
labores , en las cuales necesitaban ,
apoyo humano para realizarlas .
Todo el dìa recorrìa , en medio de cantos
y de una armonìa , que ya quisiera , que
se manifestara en las ciudades .
Irme de ese pueblo era tan difìcil , cuando
lo informaba , me decìan , no te vayas ,
pasa màs dìas con nosotros .
Y asì lo hacìa , me presentaron a una
joven de ojos verdes , piel rosadita ,
y un lindo cabello amarillo , que
acariciaba sus hombros .
Y mis dìas se alargaron tanto , que
aùn sigo ahì , desde hace dos años
y gozo de un amor tierno , como la
alegrìa y fidelidad de estas personas .