La noche aún no se ha quebrado
para que salga a recoger
ramos y piedras holgados
por los altos valles cenizos.
La noche aún no ha partido
para que siembre cicuta y llanto
por mi pecho
mientras las flores de los cerezos
me miran conmovidas.
Pero se presenta una vorágine
de estelas depredadoras
impávidas ante las cloacas
por donde caminan los difuntos,
pies de plomo y huesos ligeros.
Y seduce con su tono verde
el aire que ató coronas de flores
esperando que cayera la amargura.
La noche aún sonríe redonda
para que salga a buscar
tu rostro de primaveras
ahogadas entre violines.
Y, aunque no quepa
entre los dedos, vendrá a mí
un desfile de serpientes
tejiendo yedras en mis manos
pero yo saldré al cementerio
a cortar las hierbas grises
esperando rosas entre los huecos.
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