Suspira en el pesar un beso herido,
sangrando en su dolor busca el abrazo,
no entiende la ironía del rechazo
ni el eco reticente del olvido.
Confiesa en el silencio incomprendido,
lo mucho que lastima el latigazo,
la oscura necedad del puntillazo
sacude en el caudal estremecido.
Es cierto fluye el llanto convencido,
desnuda la justicia ante el sablazo
y encara el paraíso prometido.
Presagio de un rapaz aldabonazo
se esconde tras su velo retorcido
y pega donde duele con su mazo.
En tanto suspicaz un beso herido
acude a la piedad de algún regazo.
Aimée Granado Oreña
Gota de Rocío Azul
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