Tú en la mirada que se arrodilla,
extraviada en pensamientos
que se enredan en el verde,
y en el sueño, y en la nada.
Tú insertándole a la voz pausas
llenas de sensaciones,
pronunciaciones de giros
gramaticales imprevistos.
Tú llenándome el pecho de aire,
entrecortando los sístoles,
apurando los diástoles,
afinando el clamor a mi sonrisa.
Tú cruzando de lo alto a lo ancho,
saltando de las manos al sonido,
entera entre los aguaceros
que inauguran el otoño.
Tú ahora regresando siempre,
descalza y sin abrigos,
con un montón de luces en los dedos,
y una canción a punto de volar.
Eduardo A. Bello Martínez
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