Hago esta canción para tí
como yo la siento en mí,
iluminado por resplandeciente aurora
y provocado por tu aura aurea que enamora.
Es la memoria de un rutinario viaje
que se acumula azul en el paisaje
por arcos iris desdoblado
y con arreboles amoblado.
Salpicado con verdes arrebatados,
con dulce púrpura aromatizado
adornado por pétalos blancos, amarillos y
anaranjados.
Alegrado con el paisaje que al rusticar
dibuja flores en la cañada
y se place con el insuficiente abrazar
que niña intenta en cepa desarrollada.
Animado por el camino de piedrecillas
que al pisar electrizan mis neuronas;
empatizado con los jardincillos;
del sonriente Pedro y del José sigiloso
que en gestos desprevenidos y amorosos
siembran la tierra y cuidan el limoncillo.
Feliz cuando el sendero se detiene en el detalle
de minúsculos y elaborados botones en el muelle
desprendidos por el viento y el murmullo del agua
que cristalina desciende por la quebrada
figurando un torrente, como enamorada.
Jadeante al encumbrar la montaña
y sudando con la música como una venda
para disfrutar la siguiente senda
que lenta desciende, cual hilo de araña.
Contento cuando despierto con mullidos cantos
de migrantes aves en diferentes voces
que matinal me regocijan con encanto
antes de trasladarme a profundos goces.