Carlos Eduardo

S E R E N O

Cómo contemplaba la higuera
para suicidarme;
pues sentía el desarraigo de todos los mundos
ante tu alejamiento.
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Pero eran los primeros vaivenes de labilidad,
y en la cuerda floja de las emociones,
franqueamos: las barreras,
trampas, dolores, muertes,
y el propio material de nuestros seres.
Por las turbulencias que sé
que pueden atravesarme,
firmo mi sentencia.
TOQUI
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SERENO

 

Al partir
estaré sereno.

 

Lo poco
que he podido comprender,
las alegrías
que he vivido
suficientes o no,
no me hacen exigir nada
pues se me ha dado un ser
en estos infinitos.

 

No sabría abogar.

 

Pide
y te será concedido
nos dice ÉL;
no obstante,
que más se puede reclamar para sí
sin caer en la codicia,
ambición y vulgaridad.

 

Qué se yo
de las necesidades ajenas;
otras demandas
para el resto del universo
serían tan sólo expresión
de buenos deseos,
sino están verdaderamente
motivadas por la fe
que alumbra mañanas.

 

El cielo es azul,
y de qué otro color podría pintarse,
no me atrevería a cambiarlo
más allá
de lo que dentro de mi propia imaginación
contemple de él.

 

Y las nubes que reflejan blancos ígneos,
rosados principescos;
que se extasían en sus formas y tamaños;
buques navegando
por los océanos
del espacio.

 

Sería obviamente vano
ni siquiera intentarlo.
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