Dentro de un rato te habrás despertado.
Vendrá a contarte el sol que sigues luchando,
que ahora
renace
de sombras de ayeres.
Y podré adivinarte, leyendo,
habitando este pensamiento.
Cuando se acabe el día,
debería
empezar a restar horas
para dejar de esperar:
Desentrañar recuerdos,
desenvolver futuros;
no imaginar encuentros,
ni encontrar.
Y tener la certeza de que,
al cabo de nubes y años por llegar,
no habrá habido otro premio
que vivir buscando.
O que vivir a secas.
Sin buscar.