Despierto atolondrada con el inmenso deseo de tenerte
y me encuentro que en mi mente siempre estas presente.
Agonizante y sin cesar mi corazón desvive por tu amor.
Cuando dejo de añorarte, llegas de repente y esa luz
radiante se hace más prudente.
Como logro que mi alma deje de amarte,
si ni siquiera puedo dejar de pensarte.
Que cada instante el deseo de abrazarte y besarte me desgarra por dentro.
La verdad de todo es que ni siquiera estas cerca,
solo es mi mente alucinante y terca.
Esa que se aferra sola al recuerdo de aquellas noches
del timbre melodioso de su voz, que decía:
\"Despierta mi reina es la hora del Amor\"
Que recuerdos, tanto tiempo, parece una eternidad
y de mi vida jamás te iras.