Nunca supe a donde van los momentos que no recordamos.
¿Acaso no son nada?
Se hacen invisibles, pero siguen siendo,
esperando para siempre que ese algo los despierte.
A veces vuelven clavándose fuertes como dagas,
y otras dulcemente como melodías eternas.
Pero tantos quedarán ocultos para siempre.
Está empañado el espejo donde nos mirábamos,
y no logro recordar nuestros momentos.
Dudo ahora si limpiarlo y hacerlo cristalino,
o cerrar su dorada puerta para siempre.
Pasarán al cofre del olvido,
junto a tantos recuerdos ya perdidos.
Huele a menta y a tomillo mi ventana,
olores nuevos que me hacen olvidar,
pero a veces por momentos,
llega un aire de albahaca,
que empecinada,
no se quiere secar.