La criatura se protege,
con mentiras y añagazas.
Así el incauto tropieza,
dando verdad a la trampa.
El atrevido se duerme,
con pensamientos de fiera.
Mientras el halcón agranda,
la sombra que se proyecta.
Así nace la criatura,
desprovista de arrebatos.
Mientras crecen los pazguatos,
alargando su figura.
Vuelve el necio a su redil,
creciéndose en su idiotez.
Hace banderas en el.
En su reducto cerril.
Más no sabe el infeliz,
que en su necedad perfecta.
Sus palabras son la hiel,
que de natural apesta.
A la flor le preguntó,
como nace su belleza.
Ella sin rabia ni voz,
cedió su olor como muestra.
Así la vida le empuja,
mientras la mente le frena.
Dando tumbos como el beodo,
que sin saber se alimenta.
Pedazos de corazón,
servidos en sobremesa.
Sazonados de razón,
para que todos lo crean.
Ajeno a su propio ser,
con la necedad se acuesta.
Trinos que cruzan el tiempo,
como baladas perfectas.
Van salvando las fronteras,
dando a la vida color.
Al ruiseñor preguntó,
como sus miedos espanta.
En su canto se encontró,
la respuesta que buscaba.
Atrapados se quedaron,
los sentimientos perdidos.
Presos en un corazón,
que no perdona el olvido.
Salvados por el valor,
los valores sin sentido.
Entregados sin premisas.
Bellos en su sacrificio.
A.L.
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