¡Oh! mi extraño Lucero, que a mi sueño extraviaste,
¡Cuan! brioso cabalgaste, en el lomo del corcel,
y al filo peligroso, de mi lecho llegaste,
jalando desde el cielo, platinado cordel,
de instantes misteriosos, ilusos del pasado,
jinete alado al fin, fuiste feliz a mi lado,
cuando emprendiste, iluminado sendero aquel.
Volar el unicornio azul, de alas doradas,
luciendo polvo de las estrellas alumbradas,
cercano, para brindarme un dulce beso de esos,
que tan solo encantan, en aquellos sueños rosas,
cuando es el alma, de una doncella quien se goza,
si consigue alcanzar, tibios placeres traviesos,
del nuevo peregrinar, por senderos de diosa.
Me tomaste en tus fornidos brazos rompeolas,
y me entreguè confiada con la fuerza del mar,
hasta el baile danzante de azules mariposas,
en suave vaivén de un espíritu y cuerpo muerto,
rozando mis heridas de la tierra, sanàndolas,
y respire los universos que llevaba dentro,
Mientras recorría, los senderos del amar.
Y abriòse paso, en el gran manto azul de la noche,
en medio del llanto, de los guerreras del mundo,
cerrò su tiempo de versos, la luna con su broche,
atravesando el arco iris, de espacios profundos,
mi astro refulgente, fue glorioso mensajero,
con un pedazo de mi alma, rota sin mortero,
fogoso caballero, del mágico sendero.
Raquelinamor
Septiembre 17, 2018