No entiendo como no siento cada soplo de aire fresco,
no encuentro sobre tu piel esa frescura que anhelo,
la que tuviste en los años en que volaban tus besos
cuando tu aliento y el mío se fundían bajo el cielo.
No entiendo tanto silencio que me invade desde dentro,
que desata la desdicha de la soledad y el miedo,
la luz que nubla mi dicha confundida entre mis dedos
que se apaga poco a poco como se apagan los tiempos.
No concibo tal locura cuando tu mente dormida
no comprende el cruel olvido al que me tienes atado,
no siente el peso del tiempo ni el llanto que se desata
cuando la nimia esperanza poco a poco me desplanta.
No entiendo como las brasas pueden saber tanto a hielo,
como es posible que el sol no ilumine el firmamento
que la hierba limpia y verde no crezca sobre mi suelo
y aquel aire puro y fresco como antaño ya no siento.
Sin duda mi enemigo no es el aire que no siento,
tampoco el viento del norte ni los sueños ni el invierno,
sin duda el alma se enfría bajo el dominio mas lento,
aquel que no nos despierta,que pasa siempre en silencio.