Cuando oigas al vecino
y dejes de discutir,
cuando escuches el silencio
y lo puedas discernir.
Cuando sientas a tu amigo
por su alma y por su ser
y no busques opiniones
donde no pueden caber.
Cuando todos a la una
volvamos a recorrer
esta tierra que está en brumas
y nos ha visto crecer.
Cuando al fin dejes de lado
esas tontas divergencias
y al fin te hayas preocupado
por quien merece la pena.
Entonces oirás sonidos
de canciones y alegrías
y el murmullo de los ríos
que en sus aguas escancían
leche que mana de hijos
y la riegan por la tierra.
Otrora bañada en sangre
por todos nuestros ancestros
y empapada del hambre
que al fin pasaron los nuestros.