Nadie me dijo que vendrías
Nadie me dijo que no vendrías
Tu ausencia, soledad y Yo
Nos sentamos frente al balcón de un portal a esperarte
Y allí en ese portal, había una inmensa puerta de madera de roble
Que no cesaba nunca de abrirse y de cerrarse
Y por los costados dos inmensas lámparas blancas de poste
Que nos avisaron que la noche ya había llegado
Y de pronto…
Un coche negro hermoso, muy lujoso había llegado
Instintivamente los tres, tu ausencia, soledad y yo volteamos
¡ Eras tú ! ataviada con un vestido de noche rojo y elegante,
Que bajaba sonriente, feliz y complacida
Atrás de ti, un caballero de sombrero y traje muy ostentosos, te abría la puerta del auto.
Y tú por la emoción del momento ni notaste,
De estos tres personajes que allí te esperaban
Seguiste caminando
Rumbo a aquel portal y hacia esa puerta
De roble que se abría no sé qué tantas veces más
Para ceder tu entrada.
Allí murió una ilusión por tanto tiempo por mí guardada,
Apuñaleaste mi amor con cobarde alevosía, muñeca desventurada.
Ausencia se había marchado… le pedí que se fuera
Soledad y yo todavía seguimos poniéndonos de acuerdo
Para saber cuando nos separamos.