Ya tengo quién me traiga flores:
Astromelias, margaritas, rosas
y otras extrañas cuyo nombre ignoro.
Ahora hay perfumes en mi soledad;
nuevos aromas en mi corazón.
El computador trabaja dócil,
alegre y ágil, servicial y amigo
porque luce en su torre inteligente
lo que nunca le ofrecieron otras manos.
Para que el cuadro sea completo
sólo falta en esta humilde estancia
la presencia de la rosa principal.