Te llevaste mi alivio, el descanso no concilio, tengo las piernas rotas y quizá también un poco el corazón.
He caminado cientos de kilómetros tratando de encontrarte al menos por equivocación, solamente por error.
De agua no he bebido un solo sorbo y mi reloj es un tonto estorbo, porque el tiempo desde tu partida se agotó.
Ahora me han quedado incontables días de reflexión, ausencia de amor, tú dulce amor.
Siempre temí al dolor verdadero, temí a la fragilidad de nuestra tormentosa unión.
Caí en el abismo más profundo, y si caí, fue mío el tropezón.
No me olvido de los destellos, nuestros momentos más bellos, los tengo guardados bajo llave en un viejo cajón;
una hermosa carta que habla de nuestro inocente amor, aquel pasajero amor.