La voz se ha quedado hueca,
de tanto gritar sin voz.
La primavera se aleja,
para dar a otros amor.
Y cuando cae la tarde.
La luz se va oscureciendo,
despidiéndose del Sol.
Suenan los trinos lejanos,
de aquel bello ruiseñor.
Evocando la distancia,
que el tiempo difuminó.
En la nostalgia un quejido,
que arrebata la razón.
El canto suave y querido,
de la voz que se marchó.
Tiembla la voz en el beso.
Vibra el aire entre los labios.
Acariciando los hilos,
que el amor dejó colgando.
Sentido en la duermevela,
que la ansiedad le comprime.
Vive la esencia acunada,
del amor que le redime.
Y en el filo de la aurora,
cuando el aliento es más agrio.
La verdad queda desnuda,
expuesta sin armadura.
Pesadillas de colores.
Del color de los agravios.
Alejándose del tiempo,
que va vistiendo los años.
Tintinea la nostalgia,
cuando el presente hace daño.
Más intenso es el sabor,
de los delicados labios.
Roza la Luna la sábana,
que oculta los desengaños.
Perdidos van los gorriones.
Pero presentes sus cantos.
Entre las nubes soñando.
Su pequeño cuerpo alado,
vestido de gris y blanco.
Ajenos a la distancia,
dibujada en el espacio.
Cantos en el corazón,
que arrullan su desencanto.
La voz se ha quedado hueca.
Entre los labios dudando.
Cuando oscila la verdad,
ente lo bueno y lo malo.
A.L.
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