RAYOS DE PLATA
La luna vertió sus rayos,
sobre el adoquín de plata
y tú la sigues mirando
en charco, que es laca el agua.
Suspira la densa calma,
abre el corazón y ama,
deja los rayos hirientes
para el amor, que no es trama,
y si seres más ardientes.
¡Ama!... Ama que la luna en su atalaya
vigila la alborada
que ella, ama y sangra.
La locura en el lecho
la pasión desata
y el alma aplaca,
la aurora tendió su mantón alba
con faralaes de nácar,
y el día se puso alegre
al ver tu hermosa cara.
Roberto J. Martín