Sentado en la última roca de mi pradera,
balbuceando en misteriosas reflexiones
de soledades y olvidos.
Mi mente se agita, como si algo comenzara
ocurrir dentro de la cien...
Algo que no logro recordar.
¡Me atormenta tu dulce voz! (siento..)
Ay, todavía la recuerdo,
tibia y serena melodía que los
ángeles han puesto en esos tímpanos.-
A lo lejos, muy dentro del corazón
aún repito:
una y otra y otra vez..
día tras día,
noche tras noche.
La frase de dioses ya olvidados,
de olmos ya envejecidos,
de primavera sin jardines...
\"Lo nuestro no fue casualidad
lo nuestro fue amor\".-