(Calle 44b con transversal 10)
La veía venir
Risueña siempre,
Altiva siempre,
Y al pie de su puerta
Descolgaba su inocencia,
Al pie de su puerta surcaban
La tarde y la noche,
La mañana, el ir y venir de las lluvias,
Y los golpes de las piedras;
Ella de ojos sinceros
Les Hablaba: del lobo y su presa,
De la historia del monje sin cabeza,
De la bruja de las haciendas:
Mientras su luna refulgía en la mejilla;
Oírle era un hechizo de la noche secreta,
hechizo de la luna sin estrellas,
hechizo del anima en pena sin rezagos.