El sol me acaricia la piel,
con la sensualidad de sus dedos,
recorren mi cuerpo sus labios
en un profundo y cálido beso.
Un silencio tierno que rompe
un colibrí al cantarme al oído;
un árbol lejano que esconde
el recuerdo de amores prohibidos.
Un camino lento hacia el tiempo,
evadirme al tacto de la brisa,
al rozar mi nuca su aliento,
a los placeres de una sonrisa.
Y muere el sol tras la montaña,
calla la brisa, para su canto,
llora el árbol en la distancia,
en la añoranza del verano.
N.L.
nicolerga.blogspot.com