Sabed, oh gentes
de la Hélade...
que en las vestales
se anuncia su secreto,
derramando...
en el dardo de la tarde,
pacientes ósculos...
declinados por su cuello,
sabed...
que no hay lluvia
sin corona,
desnutrida...
en el cáliz de la brisa,
desnudada...
en el aura sin retorno,
declinada...
en el llanto de su risa.