A veces el placer propio es el dolor de otros.
Que tu hedonismo no sea un receptáculo de sufrimiento
No dejes polleras ensangrentadas en un descampado
Al ritmo que se desangran
Tu te manchas del vino sagrado
O tu propio dolor será el placer de otros
Y no tendrás ni piernas ni vino ni tiempo en reposo
Del karma no se escapa aireoso.
JULIETA IALLORENZI
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