Me gusta encontrarme contigo,
en la menguada tarde,
teniendo que improvisar
los latidos del corazón
por un encuentro sin premeditación.
Hablarte a los ojos,
perderme en este enojo,
sabiendo que el tiempo esta al asecho
y apenas tengo minutos para lograr rozarte
sin que sepas, que ha flaqueado todo en mi cuerpo.
Me gusta encontrarme contigo
cuando menos lo espero,
cuando creo que ya no te siento,
que ya he superado lo que por ti siento,
y vuelve el mezquino destino
a mover sus piezas como juego de ajedrez,
en una historia donde nunca seremos tres,
dejándome llena de ¿Quizás?, ¿Talvez?
¿posiblemente? ¿Quién sabe?
¿Por qué no? Si, ¡puede ser!
Puede ser que el destino juegue conmigo,
recordándome el sacrificio
de amar a quien no es debido.
Me gusta la casualidad
de encontrarme contigo,
En días donde el destino
me recuerda que nunca serás mio.
Evidenciando en mi despeinada cabellera
la pesadez que llevo en el alma,
mis senos con la fatiga del quizás,
sin poderlos acomodarlos antes de dar la cara.
Me gusta recordar la bella casualidad que eres,
como llenas mis pesares de envidiosos amaneceres,
que siempre me voy tan llena de posibilidades,
tan vacía cuando recuerdo la realidad de que no sé
cuando en mis brazos nuevamente pueda estrecharte.
De lo hermoso que seria, que mañana al despertarte
tu corazón converse contigo y en mi puerta pueda encontrarte.
Me gusta encontrarme contigo
en la amargura de mi suerte
que sueña con tenerte, discerniendo
al mismo tiempo que solo
los colores primarios pueden hacer conjunto.
Me gusta mirarte a los ojos,
tratando de convencerme
que me agrada el que tengas
tanta suerte, de que estas feliz,
y hago un fracasado intento
de sonreír mientras contengo
lo que verdaderamente quisiera decir.
Que bella casualidad,
¿Cómo me puedo conformar
con solo algunos segundos
perdida en tu glorioso mirar?
¿Será, qué es suficiente ser ola sin mar?
Al final, cada quien esta
en las certidumbre de aquellas
casualidades que no podemos explicar.
©LeydisProse
9/21/2018
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