No dejes que el cielo
nos sueñe todavía,
que escriba con mano
presurosa nuestros nombres.
Deja, antes, que el tiempo
se despoje de su enigma,
que el silencio temple
la huella de tanto mar suspirado.
Deja en mí tu tristeza,
la orfandad de tu cuerpo sin edad y signo,
ese desorden que te habita extramuros.
Imagina que sobre tu piel
el viento traza una serena luz de atardeceres
como un sendero donde la sangre destella
en cada extenuante latido.
Tú que supiste del amor
por los suaves pliegues de su herida,
acaso te preguntes
por qué en tu pecho aún una llama
se demora sobre esta vértebra dormida.
\"Pájaros de niebla\" (2018)