Tu no tienes la culpa que te admiren,
que estén embelesados y suspiren,
que por casualidad también te miren.
Que busquen siempre estar en tu presencia,
y que hasta lo maquinen con paciencia,
probar alguna vez tu dulce esencia.
No tienes tú la culpa de ser bella,
también que hayas nacido con estrella,
con una cara y cuerpo de doncella.
Llegaste cuando menos lo esperaba,
tu mirada tan dulce me miraba,
y estaba imaginado que soñaba.
Aunque tú te comportes tan discreta,
pareciera que fueras tan coqueta,
cualquiera si te mira ya se inquieta.
Compórtate preciosa como quieres,
igual que flor del campo si prefieres,
pues eres la mejor de las mujeres.