No es mi devoción, ni mi fanatismo
Pero para tanto tiempo, ese tiempo
Siempre escurridizo, capaz de mantener toda tensión
Capaz de envolvernos de desesperación
Comprendió al fin, y por una buena vez,
Que un llanto, calculadoras, esperanzas mancomunadas,
Desilusiones e ilusiones,
Cada día, cada mes, cada cuatro años.
Ese tiempo, olvidadizo
Recordó de repente
Que no todo es para siempre
Ni las penas, ni el sufrimiento,
Nada
Porque no es devoción, ni tampoco fanatismo
Ni el mío, ni de muchos
Es simplemente esa ilusión,
Aunque no tan simple
Ni tan compuesto
Pero es ese sentimiento
Ese presentimiento
Ese escepticismo que a buena hora falló
Y tan solo un tropiezo ya sea bueno o malo
Puede cambiar, como cambió mi devoción
Y también mi fanatismo.